Día de la Mascarada Tradicional Costarricense

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En el año de 1996 el gobierno de Costa Rica firmó un decreto para declarar el 31 de octubre de cada año el Día de la Mascarada Tradicional Costarricense. Esta actividad festiva, con origen en el Valle Central, se remonta a las fiestas patronales de los pueblos de Costa Rica que se realizaban con el fin de recolectar recursos económicos para sufragar gastos del pueblo. Fiestas que contaban con la presencia de las cimarronas (pequeña banda de músicos aficionados, propia del folclor de los cantones y pueblos del país) y de las mascaradas que, al compás de la música, corrían detrás de niños, niñas, jóvenes y adultos, quienes se divertían al ser parte del recorrido que hacían estos peculiares personajes.

 

 

Fotos: Ministerio de Cultura y Juventud de Costa Rica

 

 

El Diablo, la Muerte, la Segua, la Llorona, la Giganta, el Polizonte, la Chingoleta, el Padre sin Cabeza y demás personajes propios de la mascarada tradicional costarricense, son una parte importante de unas costumbres muy arraigadas, donde tanto la elaboración como el desfile de las mismas, permiten la expresión de tradiciones antiquísimas y ponen de manifiesto el talento creativo de los artesanos ticos. A día de hoy es una de las manifestaciones culturales más extendidas por todo el país.

“La mascarada costarricense, como muchas de nuestras expresiones culturales, tiene una base de pluriculturalidad y de sincretismo. Por una parte, nos refiere al uso ancestral de la máscara utilizada por nuestros aborígenes en sus actos rituales, y por otra parte, nos remite también a las luchas de moros y cristianos representada en una actividad tradicional traída por los españoles y representada en actos públicos desde la Colonia” comenta Sonia Gómez, historiadora del Centro de Investigación y Conservación del Patrimonio Cultural.

 

 

 

 

MASCARADA COMO OFICIO

 

Para Jorge Corrales, oriundo de Aserrí y quien reside actualmente en Alajuelita, su interés por las mascaradas surgió cuando era tan solo un niño. Entre sonrisas y nostalgia, Corrales relató: “Empecé muy jovencito, porque en mi pueblo, Aserrí, llevaban las mascaradas de Escazú, las creadas por don Pedro Arias, a quien considero mi maestro, pese a que nunca lo conocí. Don Pedro era quien, junto a su hijo Amado Arias, hacían las verdaderas mascaradas tradicionales costarricenses y las llevaban hasta las fiestas en Aserrí”.

Corrales, tiene 28 años dedicado al oficio de la mascarada. Declara que sus primeros pasos fueron junto a un amigo suyo, con quien inició el proceso de diseñar las mascaradas. Además, con emoción recordó como también usaba las mascaradas durante los desfiles y “ponía a correr” a los asistentes. Para él, su principal objetivo es recrear artesanías que reflejen realmente la figura tradicional de las mascaradas de antaño; las que por muchos años se concentraban en personajes tradicionales, como la calavera, el diablito, la giganta o bien, aquellas inspiradas en las leyendas costarricenses.

 

 

Fotos: Mascarada Corrales

 

 

Este artesano se declara fiel defensor de la riqueza cultural propia del país. Resalta que el mayor reto que se afronta actualmente en el oficio del mascarero, es preservar la esencia de las verdaderas mascaradas tradicionales costarricenses, al igual que la música típica de las cimarronas; en contraposición con las diferentes influencias extranjeras que están calando profundamente, por ejemplo, la caracterización de las mascaradas a partir de personajes de películas, series o dibujos animados.

“Es importante fomentar la mascarada tradicional mediante los cursos de formación en los que se utilicen las verdaderas técnicas y materiales tradicionales; pero, por otra parte, más importante aún es que las personas aprendan a valorar no solo la obra, sino el conocimiento que poseen los mascareros”, enfatiza Corrales.

 

 

 

 

 

 

 

 

Fuente: Ministerio de Cultura y Juventud de Costa Rica

 

 

 

 

 

 

  Procedimientos básicos para la elaboración de Máscaras con técnicas tradicionales. Maestro mascarero: Sr. Guillermo Martínez Solano, Premio Nacional de Cultura Popular Tradicional 2008. Edita: Universidad de Costa Rica

 

 

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